Concurso de relatos de Halloween

Ya tenemos ganadoras y ganadores del concurso de relatos de Halloween:

  1. Primer premio: Nahla Hanin
  2. Segundo premio: Aitana Trujillo.
Además, estas son las menciones:
  • Por originalidad: Juan José Romáriz y José Obama.
  • Por redactar el relato en lengua inglesa: Andrés Palacios y Rina Erazo.
Recibirán 20 puntos. Y la ganadora, además, la camiseta del centro. 

Os dejamos con su relato ganador:

 ------

Tenía 16 años cuando sucedió, en esa época de mi vida era muy rebelde. Solía escaparme de casa para ir a fiestas, desobedecía a mis padres y faltaba mucho al colegio. Empecé a ser adicta a algunas sustancias, como el tabaco, el alcohol y la marihuana. En un principio pensé que no me harían nada, pero después me di cuenta que si y jamas volví a subestimar la palabra de mi madre cuando me decía que causarían mi muerte. 
Recuerdo el día perfectamente, era un 31 de octubre de 2001, la noche de Halloween. 
Mis amigos y yo nos habíamos disfrazado para asustar a los niños pequeños que pasaban, era divertido ver sus caras de pánico, a por lo menos para nosotros. 

Habíamos escuchado el rumor de que había una casa embrujada, pero nos lo confirmo un señor que pasaba con su coche negro, se acercó a nosotros y nos susurró :

¿Queréis saber que es el miedo de verdad? Esta noche en la casa embrujada de la calle de Los muertos hay una fiesta atemorizante. Os esperamos.

Esa misma noche fuimos a la casa, empezamos a buscar la calle y cuando dimos con ella vimos la mansión de primer plano, era escalofriante, parecía la típica mansión encantada de las películas, el césped estaba muerto, había sangre esparcido por él y el esqueleto de un perro junto a unas cuantas tumbas.

Que decoración tan realista”  pensé.

Empezó a llover cuando pisamos el primer escalón, así que entramos para refugiarnos, entre yo primera, quería hacerme la valiente pero todos sabíamos que me estaba muriendo de miedo. Cuando entramos todos la puerta se cero de golpe asustándonos.

—¡Dios! 

—¡Madre mía! 

Encendimos los flashes de los móviles porque no había luz, y empezamos a caminar. Las paredes estaban llenas de sangre y había telarañas en todas las esquinas. 
Él aura del lugar era realmente aterrador. 
Subimos las escaleras todo lo despacio que pudimos, los peldaños chirriaban mucho. 

—¡Ahhh!—gritó alguien.

—¿Quién a gritado?—pregunté alarmada. 

—Yo no he sido.

—Yo tampoco.

—Y yo mucho menos. 

Me percate de que 4 personas habíamos hablado y éramos 5.

—Esperad, ¡Carla no está! 

Los cuatro nos agarramos más fuerte de las manos y terminamos de subir las escaleras. Empezamos a gritar su nombre, no obtuvimos respuesta así que pensamos que se trataba de una broma por parte de ella. Una broma nada graciosa. Entramos en una habitación, tenía un interruptor así que encendí La Luz, parpadeaba bastante pero por lo menos se podía distinguir. La habitación estaba llena de muñecas, la cama, el escritorio, la silla, todo. Y no de muñecas normales, sino muñecas muy extrañas y escalofriantes, llenas de sangre, algunas sin cabeza, es como si hubiesen matado a alguien y se hubiese esparcido la sangre. 

—Esto me da muy mala espina, tengo la sensación de que el flipado del coche negro quiere matarnos y por eso nos a traído aquí. 

Javi empezó a correr mientras gritaba que se iba de aquí. Siguió corriendo hasta que se cayó por las escaleras. 

—¿Javi?, ¡Javi!

Ni rastro de él, simplemente había desaparecido.
El flash de mi móvil se apagó.

—Maldición, me he quedado sin batería. 

—Yo también—coincidió conmigo.

Seguimos caminando por la oscuridad.

—He pisado algo asqueroso—comentó Júlia.

Frederick iluminó sus pies y vimos que había pisado sangre, sangre que provenía de una persona, ¡Carla!

—¡Carla!—agonizo Júlia—¡Noooooo! 

—Tenemos que irnos de aquí, lo siento.

Deje de escuchar la voz de Frederick y la de Júlia.

—¡Frederick, Júlia!— Ni rastro de ellos.

Entre en pánico y empecé a correr y caí de bruces con el suelo, encima de Carla.

—¡Ahhhhh! 

Me levante y empecé a correr aún más rápido, llegue a una sala extraña en la que visualicé a una persona, pensaba que era algún amigo mío pero cuando me acerqué me clavo un cuchillo en el estómago. Caí al suelo gritando de dolor. 

—Eso te pasa por no pagar tu deuda, disfruta de tu muerte.

Era Antonio, el chico que me vendía la droga, al que le debía una deuda millonaria que no pude pagar, y lo cuento yo, Júlia, porque Eva está muerta.

Comentarios

  1. ¡¡Enhorabuena Nahla!! Tus compañeros y compañeras de clase estamos muy orgullosos de ti.

    ResponderEliminar
  2. Congratulations, Rina. We are proud of you, too!! Well done.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Desenterrando la memoria histórica de las abuelas

El misterio del paracaídas (V): Dos enfermeras de Madrid tras su pista