A la memoria de mi bisabuela Gregoria, de mi abuela Pilar y, A mi madre Isabel. La compasión y el perdón no son patrimonio de un determinado bando, ni de unas determinadas siglas o partido político, sino valores individuales que, cuando son practicados, dan honra y honor a quienes lo ejercen. ¡NOS TENEMOS QUE IR! En un día de octubre de 1936, mi abuelo había salido del ayuntamiento, en donde trabajaba como alguacil, mucho antes de lo esperado. Nada más entrar en la casa, con urgencia en la voz, comenzó a dar instrucciones a la familia pues, nada más comer, deberían viajar hacia la ciudad alicantina de Villena, a unos 300 Km de distancia del pueblo toledano en que vivían, y lugar natal de mi abuela Pilar. Con nerviosismo, el abuelo Manuel contaba que el avance de los sublevados sobre Madrid obligaba al gobierno de la República a instalarse en Valencia; y que para garantizar la seguridad y esquivar los zarpazos de la Guerra Civil, el gobierno recomendaba la evacuación