España, sin ley contra la obsolescencia programada

Un móvil podría durar 12 años si no se acortara su vida intencionadamente

España carece de una ley que penalice la obsolescencia programada

Un usuario de un teléfono de Apple, una de las empresas multadas en Italia por obsolescencia programada.
Un usuario de un teléfono de Apple, una de las empresas multadas en Italia por obsolescencia programada. PIXABAY
Medias que se rompen al primer uso, bombillas con una vida útil de solo 1.000 horas y lavadoras que funcionan durante poco más de un lustro. La obsolescencia programada afecta a productos de múltiples sectores entre los que están el textil, el de los electrodomésticos y, también, el de los smartphones, que en muchas ocasiones se ralentizan y empiezan a dar fallos apenas un par de años después de comprarlos.
“Absolutamente todos los fabricantes de móviles la practican en estos momentos. Cuando el móvil se ralentiza o ciertas apps no funcionan, el usuario ya empieza a pensar que es normal”, asegura Benito Muros, presidente de la Fundación Energía e Innovación Sostenible sin Obsolescencia Programada (Feniss). Actualmente la vida útil de un teléfono, según sostiene, es de dos años. “Si no existiera la obsolescencia programada, un teléfono móvil tendría una vida útil de 12 a 15 años”, afirma.
La Autoridad Garante de la Competencia y del Mercado de Italia (AGCM, por sus siglas en italiano) impuso hace dos semanas una multa de cinco millones de euros a Samsung y otra de 10 millones a Apple por obligar a sus clientes a realizar actualizaciones de software que ralentizaban los teléfonos móviles. 
Estas multas suponen “un comienzo para hablar de la obsolescencia programada”, según explica Enrique Martínez Pretel, miembro del Consejo General de Colegios de Ingeniería Informática de España y CEO de la empresa de peritos informáticos Evidentics. Pero esta suma “no es nada para estas empresas”: “Apple ganó 16.040 millones de euros solo en el cuarto trimestre de 2014, el año que salió el iPhone 6, que es el dispositivo por el que ha recibido la sanción”.

Falta de legislación en España

Mientras que en países como Italia o Francia ya se promueven leyes para que se prohíban totalmente estas prácticas, en España no hay ninguna ley que penalice la obsolescencia programada. En 2016, el Partido Socialista proponía en su programa electoral “prohibir y penalizar de forma estricta las prácticas de obsolescencia tecnológica forzada de los productos por parte de las empresas”. 
Un móvil podría durar 12 años si no se acortara su vida intencionadamente
Francia ha sido el primer país europeo que ha introducido medidas para erradicar este tipo de prácticas que no pueden mantenerse porque requieren del uso de recursos naturales finitos, generan gran cantidad de desechos y un quebranto económico para el consumidor y tienen consecuencias negativas para la salud pública y el medio ambiente”, explicó entonces la portavoz socialista de Consumo, Begoña Tundidor.
La Comisión Europea presentó en diciembre de 2015 el Plan de Acción para una economía circular en Europa, en el que se pretende analizar las diferentes etapas del ciclo de vida de los productos. 
Organizaciones como Feniss o Amigos de la Tierra intentan concienciar a los políticos de la importancia de acabar con este vacío legal. Esta última asociación inició una campaña en 2017 para pedir al Ministerio de Hacienda una reducción del IVA aplicado a los servicios de reparación y a los establecimientos de segunda mano y alquiler —del 21% actual al 10%—.
La gente cambia de móvil de media una vez al año y los primeros móviles tenían una vida útil de hasta seis años. “Vivimos en la era de la obsolescencia programada. No solo en los móviles, también en los muebles, el calzado o los electrodomésticos. Las lavadoras que tenían nuestros padres duraban 20 o 30 años y ahora pocas duran más de siete”, sostiene. Se trata, según afirma, de una estrategia de mercado muy instaurada para poder seguir vendiendo.
El Ministerio para la Transición Ecológica ha mostrado a este periódico su preocupación por el efecto directo de estas prácticas “en el aumento del volumen de residuos generados y el incremento en el ritmo de producción de estos residuos”. El presidente de Feniss explica que “cada año generamos 30.000 millones de toneladas de basura electrónica”. De hecho, en 2025 se generarán 53,9 millones de toneladas de desechos procedentes de productos electrónicos, según la Oficina Internacional de Reciclaje. “No podemos seguir consumiendo como lo hacemos porque en 20 años no existirán las materias primas y estaremos ahogados en nuestra propia basura”, concluye Muros.
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¿Empezamos a plantear a los políticos una ley contra la obsolescencia programada? ¿Cómo redactaríais esta petición?

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