El blog en tu teclado - Sergio Cardona 2ºB

Sergio 2ºB


Todo empezó el pasado 9 de mayo, una mañana cualquiera sin ganas de ir a clase. Le dije a mi madre que me encontraba mal para no ir a clase. Al final no tuve que ir. Más tarde, al salir de la ducha, oí a alguien llorando, así que fui a ver y vi que era mi madre. Supuse que había discutido con mi padre o algo así, pero pronto me di cuenta de que se trataba de un dolor muy fuerte y mi madre lloraba con desesperación. Al principio no estaba muy preocupado, pero al ver que ni siquiera se podía levantar, empecé a entrar en pánico y madre, desesperada, dijo que no podía ir al trabajo, que necesitaba ir al hospital y en ese momento sentí como mi cuerpo empezó a perder fuerzas. Mi madre necesitó ayuda para poder bajar las escaleras y subirse al taxi para llegar al hospital.
Mi madre bajó del taxi con ayuda del novio de mi hermana y, al entrar, pensé que iban a atenderla al segundo,  pero le pusieron una pulsera y le dijeron que esperara. Mi madre sentía que se iba a desmayar, decía que tenía el periodo pero que le había llegado más fuerte. Luego vi a mi madre vomitar sin parar y entré en pánico porque no sabía cómo ayudarla o qué hacer. Después, llamaron a mi madre, le tomaron la tensión y la mandaron a otra sala de espera. Mi madre me había pedido que me parara en frente de ella y me abrazó, recostándose en mí. Empecé a acariciarle el pelo y recordé varios momentos de cuando era más pequeño, de cuando todavía vivíamos en Colombia y ella me pedía que la peinara a modo de hacerle cosquillitas en la cabeza a cambio de quinientos pesos (unos 0,13€), no era mucho, pero para mí era una fortuna. Un rato después, llamaron a mi madre para que entrara en la consulta del doctor. Pensé que íbamos a poder entrar todos, pero solo podía pasar un acompañante, así que le dije a mi hermana que entrara ella. Sentía que yo no iba a ser de mucha utilidad y me quedé con mi cuñado esperando el la sala de espera. Empecé a pensar en cómo algunas personas pueden  subir a sus redes sociales una foto de esa persona enferma con un texto diciendo “tu podrás con esto” o “saldrás adelante”. Una persona en ese momento necesita tu atención, no que la pongas en tus redes con una frase bonita. 
De repente, escuché a mi madre gritar y me asusté. Vi que había salido de la consulta porque, al parecer, tuvo un problema con la enfermera y vi desde la ventana cómo pedía que la atendiera otra enfermera. Al verla enfadada, me preocupé un poco, pero a la vez me alegré porque la veía mejor que antes. Al final, le dieron unas medicinas y, al volver a casa, mientras íbamos por los pasillos del hospital, vi a tanta gente enferma y con un aspecto fatal, me entró un poco pena porque se les veía que estaban pasando un mal rato. 
La verdad es que al final no fue nada grave, pero sentir que no puedes hacer nada para ayudar a tu madre es muy angustioso.

Comentarios

  1. Buena entrada, Sergio. Es fácil sentirse identificado con la situación que cuentas, muy humana... ¡Y muy bien redactado!

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  2. Muy bien,Sergio
    ¿La historia es real o ficticia? (Felipe)
    Estoy muy de acuerdo en lo de las redes sociales (Farin)
    Si es real, me alegro de que tu madre esté bien (Domilena)

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  3. Que gran historia!!!

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