Los tres cerditos y El mundo de Mapami




¡Qué alivio! Gracias a vuestras mariposas de colores, vuelvo a poder comunicarme con vosotros, aunque todavía los efectos del ataque del Doctor Analfabeto imposibilita que los canjes de vuestros puntos se puedan realizar. Como ya os ha explicado Segundo A, no es una situación irreversible, sino que con más grabaciones como la de Ainara volverá a arder la llama de nuestra misión (y de la antorcha de la página web).

Y es que no hay mejor remedio contra el virus Olvidalotodoya que un cuento bien contado. Gracias a Ainara, de 1º B (y a su tío, claro), que nos ha hecho llegar la grabación del célebre cuento Los tres cerditos, tenemos una tercera dosis (tras las dos primeras proporcionadas por Melanie: La Maga y el pez de oro) contra el propósito del Doctor Analfabeto de reducirnos a la ignorancia y la incultura. 30 puntos van para Ainara.

Por cierto, ¿sabéis cuál es el idioma que Ainara traduce? (5 kj).

¡Que cunda el ejemplo y que sigan llegando las medicinas antiAnalfabeto!

Además, os copio el cuento que Primero de Primaria consiguió reconstruir, que, como nos dijeron ayer, es muy bonito y nos enseña a ser buenos y a querer a los animales:

El mundo de Mapami

Érase una vez una reina y un rey que se llamaban Victoria y Alberto. Vivían en una enorme ciudad que se llamaba Londres.

Su casa era un enorme castillo que se llamaba Buckingham Palace. El castillo estaba rodeado por unos soldados muy raros. Estos soldados tenían una chaqueta roja y un gorro alto negro con pelo de oso salvaje de las montañas. Estos soldados eran muy serios y protegían a la reina y su familia todo el día para que no les pasasen nada.

La reina Victoria tenía un hijo que se llamaba príncipe Eduardito. A Eduardito le gustaban mucho los animales y como su madre era muy muy rica, poderosa y tenía territorios y colonias por todo el mundo, decidió construirle a Eduardito un zoo. Como al lado de su casa había un parque muy verde y muy bonito llamado Regent Park, pensó que era el mejor lugar para construir el zoo. De esta forma la reina hizo traer animales de tierras muy muy lejanas, de todas las partes del mundo.

De la India (que era suya) trajo un tigre de Bengala con unos dientes muy grandes. De Australia trajo un koala, del Polo Norte trajo un oso Polar pequeñín, del Polo Sur trajo dos simpáticos pingüinos, de América trajo un búfalo amigo de los indios Apaches, de África trajo un elefante muy simpático y de España un águila con unas alas enormes.

Eduardito se puso súper contento por poder pasear todos los días por Regent Park y ver cómo jugueteaban todos los animales; ayudaba a darles de comer, a bañarlos y a darles las medicinas cuando estaban malitos.

Pero entonces llegó a la ciudad una bruja muy muy mala que se llamaba la bruja Inglesita. La bruja tenía una nariz verde muy grande y con muchas verrugas y quiso quitarle a Eduardito la llave del zoo para que no pudiese entrar a ver a sus animales. Y así hizo: un día cuando Eduardito estaba en el cole, la bruja Inglesita entró por la ventana de su cuarto y le quitó la llave.

La bruja Inglesita pensó en el mejor lugar para esconderse y lo hizo en lo alto de la torre más grande de la ciudad, una torre con un reloj precioso llamada el Big Ben, porque pensó que nadie la vería allí y nadie le quitaría la llave.

Eduardito se puso muy triste por no tener la llave para ver a sus animales, pero un soldado de gorro negro de pelo de oso que quería mucho al príncipe le dijo: "no te preocupes que la vamos a encontrar".

Se subieron en unos autobuses rojos muy altos de dos plantas y desde allí ellos podían ver todo muy bien y así recorrieron la ciudad en busca de la llave robada. Cuando llegaron al río que pasa por la ciudad, el Támesis, se bajaron del autobús y cruzaron el puente del río, el Puente de Londres, un puente muy bonito con cuerdas azules y unas torres muy altas desde donde se podía ver toda la ciudad y a veces se podían ver hasta los cocodrilos del río que pasan por debajo.

Desde allí vieron que había algo que brillaba encima de la Torre del Big Ben y descubrieron que allí, encima del Big Ben, estaba la llave. Desde allí gritaron muy fuerte y llamaron al águila que vivía en el zoo para que les ayudase. El águila abrió sus alas, voló muy alto y con su enorme pico ganchudo hizo zasssss y le quitó a la bruja fea la llave.


Al ver lo contento que se había puesto Eduardito al tener de nuevo la llave para poder ir a ver a sus animales, la bruja mala se sintió muy triste por haber sido tan mala, se arrepintió, pidió perdón a Eduardito y desde entonces fue siempre muy muy buena y todos los días ayudaba a Educadito a cuidar de sus animales. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.


Comentarios

  1. Buenos y lluviosos días, el idioma que traduce Ainara es rumano.

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